Lorca en mi corazón (A veces me avergüenza ser catalán - 1)

Permitidme una pequeña y algo pedante licencia, pero necesaria para ilustrar esta entrada: soy catalán, y además eso que alguien llamaría un "catalán ilustre", que ganó uno de los premios culturales más importantes de este país, además de ver publicada su obra en una de sus editoriales más simbólicas y emblemáticas.

Sin embargo, cada vez con más frecuencia me asalta un sentimiento de indignación y de rechazo hacia la 'oficialidad' cultural de este pequeño país, que se empeña en enarbolar un nacionalismo trasnochado, victimista y absolutamente falto de perspectiva e inteligencia, el cual acaba cayendo en muchos de los errores, injusticias y prepotencias que precisamente desde Cataluña se atribuyen al nacionalismo español -que dicho sea de paso existir, también existe, por si algun ingenuo aún no lo sabía-.

La tierra ha temblado en Lorca. Ha habido muertos, hay personas y familias sin hogar y otros que lo han perdido casi todo. Y hay, por encima de todo, una impresionante dignidad y solidaridad entre todos, los que sufren y los que han ido a socorrer, a consolar, a proveer y a empezar las tareas de rehabilitación. Mi corazón está totalmente estos días con esta gente tan admirable. Ojalá pudiera ayudar de alguna forma más práctica.

El caso es que me enteré de la noticia viendo el programa de TV3 'Els matins de Josep Cuní', que dirige con bastante profesionalidad y algo de inspiración el periodista del mismo nombre. De repente oigo el nombre de la pequeña ciudad donde ha tenido lugar el fatal temblor:

"Llorca..."

¡No puede ser!, pienso. ¡Lo han vuelto a hacer! ¡Han cambiado Lorca por "Llorca"! Y es que cada vez lo oigo con más frecuencia, en la televisión catalana: Zaragoza por "Saragossa", Cuenca por "Conca", Teruel por "Terol", León por "Lleó",... ¡Hasta les he oído decir "Sant Jaume de Galícia" en vez de Santiago de Compostela! ¡No, no es broma!

Me coge un cabreo monumental. ¿Es posible una falta de respeto tan atroz, justo en una ocasión tan sensible como ésta? Dado que por la vía emocional me siento ahora mismo lorquino, al lado de los que son como yo y ahora les toca sufrir y perder, siento a la vez que Lorca está siendo insultada. Sí, insultada. Qué vergüenza tan grande. ¿Se puede ser más miserable e insensible?

He necesitado más de un día para confirmar que, efectivamente, en los informativos de la televisión catalana se usaba repetidamente esa expresión o topónimo catalanizado.

Decido investigar, a ver en qué se basan sus inspirados asesores lingüistas. Por mi parte, tengo clarísimo el criterio que debería usarse.

Recurro a Internet. Y hallo esta primera pequeña joya (parece una especie de diario, bien acabado, que por desgracia desconozco), en la que el responsable lingüístico de un medio de comunicación catalán intenta explicar, en medio de claras contradicciones, cuál es su criterio: resulta que cuando se trata de ciudades relevantes para Cataluña, como son London o Genève, hay que catalanizar el nombre.

¿Lorca, relevante para Cataluña? ¿Desde cuándo? Me dice una amiga que, el mismo día del terremoto, en los informativos catalanes no lo mencionaban como noticia de portada, sino que en primer lugar iba no sé qué victoria o celebración del Barça.

Y sigue explicándose: paradójicamente, que en vez de Glasgow no digamos o escribamos Glàsgou, responde a "convenciones de la historia". Así, tal cual, y tan fresco. Me encanta la lengua y la gramática catalana, está tan llena de excepciones, las tienen para casi todo... Añade: el criterio que seguimos es claro: si un topónimo tiene nombre en catalán, hay que usarlo. Dice luego que en los medios de comunicación españoles -hay que entender no catalanes- a veces se esfuerzan en pronunciar Lleida i Girona en vez de sus expresiones "españolizadas" Lérida y Gerona que, considera, sería lo más lógico, y es evidente que lo dice para intentar justificar su propio criterio injustificable, ya que a renglón seguido añade que, en el fondo, los medios españoles que pronuncian Lérida y Gerona lo hacen porque son incapaces de aceptar que un nombre oficial no esté en español, y porque -insinúa- no respetan el catalán.

¡Ahá! Tiene un buen lío mental, el pobre asesor lingüista, pero ahora sí se ve todo claro. "Cree el ladrón que todos son de su condición". Tú me jodes, yo te jodo. Y sanseacabó.

Uno de los comentaristas a su artículo, un tal Pereeldigne, ayuda a aclarar las cosas: dice que es normal que, viniendo de Madrid, veamos en una señal de carretera Lérida en vez de Lleida, y que los ingleses digan Catalonia en vez de Catalunya, y que de hecho algo parecido ocurre viajando entre Holanda, Bélgica y Francia con los nombres de poblaciones. Y remata el comentario con esta preciosa frase: "cada terra fa sa guerra", es decir, cada tierra hace su guerra.

Y es que justo de eso se trata: de hacerse la puñeta los unos a los otros, y seguro que nadie está exento de culpa. Es puro politiqueo. Es pura ideología. Pura hipocresía. No se trata en absoluto de una cuestión meramente lingüística.

Por cierto, ¿cuál es mi criterio personal, el que yo pienso que debería usarse? Es bien sencillo, de gran sentido común y aún mayor humanidad, respeto y consideración hacia nuestros semejantes: si conoces perfectamente el nombre de un topónimo, su perfecta pronunciación, probablemente su escritura, y posiblemente hasta su significado, ¡por el amor de Dios, no lo cambies! Todos los catalanes, absolutamente todos, conocemos bien la lengua castellana, la inmensa mayoría de nosotros la hablamos y la escribimos con la misma fluidez que el catalán, y no nos hace ninguna falta, de facto, ir transformando topónimos de la geografía española para su correcta comprensión y comunicación.

Los nacionalismos constituyen un atraso, tanto en la evolución y maduración de la persona, como en la de los pueblos. Hace un tiempo oí decir, creo que al filósofo Gustavo Bueno, que no sé quién se empeñaba en afirmar que no sé qué pueblo de su región era el más antiguo de la Península, y él le contestó que para qué insistía tanto en semejante tontería, dado que si nos empeñamos en ser los más originarios, en buscarnos yendo hacia atrás, lo único que acabaremos encontrando será un simio...

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